jueves, 2 de febrero de 2012

Todo lo que facilita, debilita


Dice el filósofo Armando Segura que todo lo que facilita, debilita.
Mucha gente me ha comentado su experiencia personal en esta época de crisis en la que, siguiendo los giros castellanos, “a la fuerza ahorcan”, han tenido que “hacer de la necesidad virtud” y han aprendido a trabajar mejor.

Esto es algo que probablemente no hubiera ocurrido en una época de bonanza. La revolución del 68 que no ha hecho un mundo mejor, fue realizada por una juventud aburguesada. El historiador Pablo Pérez López en una conferencia en el Colegio Mayor Albayzín en la Universidad de Granada decía que después de los años 50 y 60 del pasado siglo ocurrió “lo que James Patterson llamó una «revolución de las expectativas», que condujo a la formulación de nuevas reivindicaciones que sobrepasaban la capacidad de las instituciones políticas y económicas para satisfacerlas, lo que generó un descontento primero difuso y luego cada vez más concreto, que dio lugar a una explosión espectacular a finales de los sesenta, concretamente hacia 1967 en los Estados Unidos y en 1968 en Europa. Sobrevino una crisis inesperada y honda que en buena medida todavía pervive, que afectó sobre todo a los sectores más instruidos de las sociedades más ricas. Se trató de una crisis de élites, y de pensamiento podríamos decir. Y un rasgo fundamental de sus contenidos es que se definió más como negación que como afirmación de una propuesta alternativa. Vendría a ser un mentís a las expectativas que podían haber generado los años anteriores de prosperidad, cuyas esperanzas se quebraron de forma amarga. La juventud mejor atendida de los países más ricos y cultos vino a decir que no le gustaba lo que sus mayores parecían estar preparando para su futuro. Comenzando por el modelo de usos sexuales, todo se puso en cuestión: la jerarquía de valores, lo escenificable y lo obsceno, lo digno y lo indigno, lo sano y lo morboso, lo que valía la pena y lo despreciable. Ni les gustaba la familia ni el cómodo hogar que se le prometía, ni la democracia, ni el Estado, ni el ejército, ni la Universidad. Y lo peor es que no decían exactamente que querían en su lugar, con lo cual como primer fruto de la nueva actitud quedó la trasgresión como único elemento distintivo de presunto progreso”

Ahora tenemos más medios técnicos que los jóvenes de antes del 68 y objetivamente todo es más fácil. Pero la situación económica parece estar peor que en esos años o al menos las expectativas que se tenían eran otras y la incertidumbre amenaza.

Pero como veremos más adelante, si eres de los que quieres ser bueno, anímate: los malos tiempos son para las buenas personas. Tenemos una nueva oportunidad de cambiar el mundo.

1 comentario:

ANA dijo...

EXELENTE TITULO Y UNA GRAN ENSEÑANZA LOS TIEMPOS MALOS SON PARA LAS BUENAS PERSONAS ... SI NOS INCLINAMOS POR EL LADO DE LA CRISIS ¡JAMAS VA A TERMINAR¡... LLEVAMOS MUCHO TIEMPO ESPERANDO QUE MEJORE PERO ¿POR QUE MEJOR NO MEJORAMOS NOSOTROS MISMOS ? ;PARA MI LA CRISIS TIENE SU LADO POSITIVO AUNQUE NO DEJA DE TENER CONSECUENCIAS NO POR LA FALTA DE DINERO SI NO POR QUE ES UTILIZADA COMO EL PRETEXTO PRINCIPAL PARA JUSTIFICAR LA DISCRIMINACION O INCLUSO ALGUNOS OFICIOS PERO , SI EN LUGAR DE QUEJARNOS NOS DEDICARAMOS A PREPARARNOS PARA SER MEJORES PERSONAS , A LUCHAR POR CONSEGUIR LO QUE QUEREMOS NO POR LOS CAMINOS FACILES COMO LA PROSTITUCION O EN EL PEOR DE LOS CASOS A ROBAR O SECUESTRAR YO SIEMPRE HE DICHO QUIEN EMPIEZA MAL ,MAL TEMINA ...EN CAMBIO UNA PERSONA QUE LUCHA POR CONSEGUIR LO QUIERE APRENDE A VALORARLO Y LO DISFRUTA ,SEAMOS POSITIVOS NUNCA OLVIDEMOS "LA PRESION HACE AL DIAMANTE".